El problema de la inmigración en Canarias no es solo un problema que afecta al archipiélago. Es un problema de todos los españoles y también de los europeos. Cada vez son más los ciudadanos que, aprovechando su cercanía geográfica con África, entran de manera ilegal en esta comunidad insular. La Policía Nacional está desbordada y el ministerio del Interior de Fernando Grande Marlaska no dota a los agentes de los medios logísticos y materiales necesarios para ponerle fin.
Mientras la hostelería y la restauración sufre importantes pérdidas en todo el territorio nacional por culpa de la mala gestión del Gobierno del Frente Popular y de las medidas impuestas, centenares de inmigrantes ilegales se alojan en hoteles canarios, con todos los gastos pagados. Duermen, desayunan, comen, meriendan y cenan en estos establecimientos. Si no fuera porque muchos de ellos no beben alcohol, sólo les faltaría la pulserita del 'todo incluido'.
Ante tanta felicidad y tanta fiesta, ha ocurrido lo que se temía. Un agente de la Policía Nacional de la UIP de Málaga que colaboró con la llegada masiva de pateras ha muerto tras infectarse de coronavirus. El agente empezó a sufrir los síntomas una vez regresó de Gran Canaria. La primera prueba de antígenos resultó negativa. Sin embargo, dos días después de ella, fue sometido a una segunda, en esta ocasión una PCR, que resultó ser positiva. Días después, perdió la vida. Está por ver si el Gobierno le rinde homenaje, como sí hace con los etarras.