Algunos miembros del Frente Popular 'confunden', muy a menudo, la diferencia entre Gobierno y Estado, es decir, la institución que representa el poder ejecutivo que ha salido del parlamento y la institución que representa a todos los españoles, con independencia de su origen, condición y orientación política. Las residencias oficiales forman parte del patrimonio del Estado y, por tanto, corresponden a éste y no al Gobierno o incluso al propio presidente, como piensa Pedro Sánchez.
Son muchos los medios de comunicación que han cazado a Pedro Sánchez, en más de una ocasión, con sus amigotes en el Palacio de las Marismillas, ubicado en Doñana, en Huelva, o en La Mareta, en Lanzarote. No obstante, estas invitaciones son escondidas en los portales de Transparencia y el Felón y su Gobierno se niegan a rendir cuentas sobre la dentidad de estas personas apelando a su "intimidad". Ahora la excusa va más allá y dice que "no lo sabe".
Lo cierto es que el objetivo de estas residencias es el "descanso" del presidente y, como mucho, de su familia más cercana entendiéndola como su mujer y sus hijos. La invitación de amigos ajenos al núcleo familiar es inadmisible, pues se destina un gasto del Estado (no personal de Pedro Sánchez) pagado por todos los españoles en beneficio de un grupo de personas que los contribuyentes no están obligados a soportar.